Crisis de medicamentos en IMSS

Crisis de medicamentos en IMSS

Nuestro Contenido

JLG tiene 70 años. Vive con su esposa en una colonia modesta de Orizaba, Veracruz. Su rutina comienza al amanecer: se mide la glucosa, revisa su presión arterial y toma sus medicamentos. Tiene diabetes tipo 2 e hipertensión arterial, dos enfermedades crónicas que comparte con millones de adultos mayores en México. Aunque sigue sus tratamientos con disciplina, cada vez le cuesta más mantener la estabilidad, no solo física, sino emocional. Hoy, con el aumento del desabasto, la incertidumbre pesa más que la enfermedad misma. La crisis de medicamentos en IMSS ha convertido cada visita al consultorio en una ruleta: tal vez haya medicina, tal vez no.

Tras más de 30 años de vida laboral, JLG logró pensionarse en 2013 como derechohabiente del IMSS. Sin embargo, en sus últimos años laborales fue registrado mediante una sociedad cooperativa, un esquema que, aunque legal, es usado frecuentemente para evadir obligaciones patronales en seguridad social. En lugar de cotizar con su salario real, lo inscribieron con el mínimo. Por ello, su pensión fue calculada con un monto mucho menor al que le correspondería. No accedió a la pensión mínima garantizada, sino a una aún más baja. Hoy, esa práctica empresarial—alabada por algunos como “modelo alternativo”—lo deja expuesto en un sistema donde la cobertura pública se desvanece. Y en medio de esta crisis de medicamentos en IMSS, cada carencia del pasado vuelve con fuerza, como factura vencida.

La pensión que le tocó, no la que merecía

Desde marzo de 2013, JLG recibe su pensión como derechohabiente del IMSS. El monto inicial fue de aproximadamente $3,500 pesos mensuales, cifra que parecía suficiente en ese momento. Sin embargo, su actualización ha seguido únicamente el comportamiento del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC), no el salario mínimo ni el costo real de vida. En 2025, tras doce años de ajustes limitados, su pensión alcanza apenas $5,985.71 pesos mensuales. Esta cantidad se deposita puntualmente, pero no garantiza bienestar. Apenas cubre lo más esencial y no contempla los crecientes costos de salud, alimentación y servicios básicos que enfrenta la mayoría de los adultos mayores en México.

El sistema actual, lejos de proteger su dignidad, lo empuja a una economía de resistencia. Antes, medicamentos como los antihipertensivos o hipoglucemiantes estaban cubiertos por el IMSS. Hoy, con la crisis de medicamentos en IMSS, esos tratamientos deben costearse por cuenta propia. Ese gasto, aunque parezca moderado, representa un golpe directo a su limitado presupuesto mensual. En muchos casos, significa elegir entre comer mejor o mantener el tratamiento. La pensión que JLG recibe no es un privilegio: es una deuda social que apenas se cumple. Pero en un entorno donde el sistema público empieza a desmoronarse, cada peso perdido se vuelve una amenaza concreta para su salud y estabilidad emocional. Y lo peor es que su historia no es única: se repite, todos los días, con diferentes nombres.

La Pensión del Bienestar: asistencia, no derecho contributivo

Además de su pensión del IMSS, JLG recibe desde hace algunos años un ingreso adicional. Se trata de la Pensión para el Bienestar de las Personas Adultas Mayores, un programa no contributivo que hoy forma parte de la Constitución mexicana. Esta pensión, impulsada por el actual gobierno federal, representa un ingreso mensual de $3,100 pesos, entregado de forma bimestral. A diferencia de la pensión del IMSS, este beneficio no depende del historial laboral, sino únicamente de la edad: tener 65 años o más basta para recibirlo.

Gracias a esta medida, adultos mayores en México como JLG pueden complementar su ingreso mensual y enfrentar mejor los gastos básicos. Sin embargo, su naturaleza asistencial y no laboral ha generado tensiones. Aunque constitucional, el programa ha sido utilizado por diversos sectores como herramienta de clientelismo político. En tiempos electorales, la entrega o ampliación de este apoyo suele usarse como argumento de campaña. Para quienes lo reciben, la ayuda es real, pero también frágil: está sujeta a presupuestos anuales y decisiones políticas. La crisis de medicamentos en IMSS ha vuelto esta pensión aún más relevante. Lo que antes se destinaba a pequeños gustos, ahora se usa para comprar medicinas que el sistema ya no provee. La ayuda es bienvenida, pero su carácter vulnerable deja claro que el bienestar no puede depender solo de un programa asistencial.

Sacubitrilo/Valsartán: el medicamento que no puede esperar

Cada mañana al despertar, JLG toma una tableta compuesta por dos sustancias: sacubitrilo y valsartán. Este medicamento controla su presión arterial y reduce el esfuerzo que hace su corazón para bombear sangre. En términos simples, le permite vivir sin que su cuerpo esté en constante alerta. Evita mareos, agotamiento, presión en el pecho y, sobre todo, crisis que podrían llevarlo al hospital.

El problema es que este tratamiento no está garantizado. El IMSS lo incluyó en su cuadro básico por recomendación médica. Pero con la crisis de medicamentos en IMSS, se ha vuelto imposible conseguirlo dentro del sistema. Si JLG deja de tomarlo, su cuerpo no solo perderá protección, también deberá adaptarse a un nuevo fármaco, lo cual implica riesgos metabólicos. Cambiar de medicina no es simplemente “probar otra”. Su organismo tendría que reiniciar un proceso de ajuste, lo cual puede provocar descompensaciones, efectos secundarios y pérdida temporal de control en su salud.

Aunque técnicamente se trata de un medicamento genérico, en muchas farmacias se le conoce por su nombre comercial más difundido: Entresto. Su disponibilidad varía según la zona y el establecimiento. Estos son los precios más recientes en México para sacubitrilo/valsartán 50 mg, caja con 30 tabletas:

  • Farmacias del Ahorro: $1,499 pesos
  • San Pablo: $1,529 pesos
  • Farmalisto: $1,511 pesos
  • Farmacias Guadalajara: $1,639 pesos
  • Mercado Libre (Verificado): $1,271 pesos

Para alguien como JLG, con una pensión fija, cubrir ese costo mensual no es viable. Y menos aún en medio de una crisis de medicamentos en IMSS que no ofrece alternativas ni tiempos de reposición.

Desabasto generalizado: la tormenta perfecta

Desde hace meses, JLG ha notado un cambio inquietante. Medicamentos que antes recibía sin problema en su clínica familiar del IMSS empezaron a desaparecer. Al principio fue un retraso, luego una escasez prolongada. Ahora, la respuesta más común es: “no hay, vuelva en una semana”. Lo que para algunos puede ser una molestia, para él representa un riesgo vital. Y lo más grave es que no está solo. Esta crisis de medicamentos en IMSS ha comenzado a afectar a miles de personas que dependen del sistema público para seguir viviendo con dignidad.

Los pasillos del IMSS ya no solo están llenos de pacientes, sino de incertidumbre. El desabasto no se limita a un fármaco específico, sino que alcanza antibióticos, insulinas, analgésicos, medicamentos cardiovasculares y tratamientos para enfermedades crónicas. Incluso hay escasez de insumos básicos como agujas, jeringas y glucómetros. Las farmacias institucionales, antes un alivio económico, hoy son espacios vacíos o con listas de espera. Y quienes no pueden comprar por fuera, simplemente dejan de medicarse.

Este desabasto no es casual ni pasajero. Es el resultado de fallos estructurales en la planeación, en los procesos de compra, en la logística y en la ejecución presupuestaria. La propia institución ha reconocido problemas en sus cadenas de suministro. Pero mientras se hacen ajustes, los derechohabientes del IMSS como JLG enfrentan las consecuencias. La crisis de medicamentos en IMSS ha transformado la seguridad social en un escenario de riesgo permanente, donde lo excepcional se volvió cotidiano. Y en ese contexto, cada enfermedad se vuelve más peligrosa, no por su gravedad, sino por la imposibilidad de tratarla a tiempo.

Cuando el cuerpo pasa factura: lo que puede pasar si no hay tratamiento

JLG lo sabe, aunque nadie se lo haya dicho claramente. Si deja de tomar sus medicamentos, su cuerpo empezará a resentirlo. Primero serán los síntomas: dolor de cabeza, visión borrosa, fatiga extrema, calambres en las piernas. Luego vendrán los daños. La hipertensión no controlada daña silenciosamente los riñones, y la diabetes descompensada acelera su deterioro. Juntas, son una combinación peligrosa. Si no se trata a tiempo, puede llevar a una insuficiencia renal crónica, una condición irreversible.

La crisis de medicamentos en IMSS no solo priva a las personas de pastillas. Las empuja hacia escenarios de salud más complejos, más caros y más crueles. En el IMSS, aunque el tratamiento existe, no siempre hay espacio, ni tiempo, ni recursos.

Hoy, más que nunca, las personas adultas mayores deben ejercer autocuidado extremo. Esto implica respetar horarios de medicación, mantenerse activos, y también revisar su alimentación con rigor. Para quienes viven con diabetes e hipertensión, hay alimentos que deben evitarse completamente:

  • Embutidos, tocino, jamón, salchichas
  • Pan dulce, refrescos, jugos procesados
  • Frituras, sopas instantáneas, productos con alto sodio
  • Pan blanco, galletas, arroz refinado
  • Carnes rojas grasas

Y hay alimentos que deben consumirse con más frecuencia:

  • Avena, lentejas, garbanzos
  • Frutas como manzana, papaya, guayaba
  • Verduras al vapor o crudas
  • Agua natural, infusiones sin azúcar
  • Pescado, pollo sin piel, huevo cocido

En medio de la crisis de medicamentos en IMSS, el cuerpo se convierte en el único sistema que puede responder a tiempo. Cuidarlo ya no es una opción: es un acto de resistencia. Porque lo que hoy se descuida, mañana se paga con vida.

Hemodiálisis: el tratamiento que nadie quiere costear

Cuando una persona pensionada vive con diabetes tipo 2 y presión arterial alta, el riesgo de complicaciones renales está siempre latente. Si no se controla la salud con disciplina, y en un contexto donde hay desabasto de medicamentos, la posibilidad de que los riñones empiecen a fallar es real. La consecuencia inmediata: necesidad de hemodiálisis, un procedimiento que sustituye la función del riñón, filtrando la sangre fuera del cuerpo.

Este tratamiento no es curativo. Una vez iniciado, se vuelve crónico. Según la normativa del IMSS, se requieren tres sesiones por semana, de al menos cuatro horas cada una. En total, unas 12 sesiones al mes. El propio Diario Oficial de la Federación (DOF) establece que cada sesión de hemodiálisis tiene un costo unitario oficial de $3,500  pesos, lo que representa $ 42,000  pesos mensuales solo para mantenerse vivo.

En clínicas privadas, el precio por sesión puede ser aún más elevado, oscilando entre  $4,000  y  $5,000  pesos. Eso llevaría el costo mensual a $48,000  o  hasta $60,000 pesos. Si se compara con un ingreso mensual combinado de $9,085.71 pesos —suma de una pensión del IMSS y el apoyo del Bienestar—, esto representa entre el 15% y el 21.6% de lo necesario para cubrir el tratamiento.

La crisis de medicamentos en IMSS no es un simple error logístico. Es una sentencia anticipada. Enfermarse sin respaldo ya no es una tragedia: es una estadística previsible. La prevención dejó de ser un consejo para convertirse en obligación. Y eso incluye acudir con profesionales de geriatría y nutrición. Porque quien espera a la urgencia, tal vez llegue demasiado tarde.

Licitación anulada: el origen de la crisis de medicamentos en el IMSS

La situación que viven personas como JLG hoy no surgió de la noche a la mañana. La crisis de medicamentos en IMSS que lo obliga a comprar sus pastillas para la presión no es anecdótica: es el resultado de decisiones administrativas que fallaron desde el origen. En abril de 2025, la Secretaría Anticorrupción y Buen Gobierno (SABG) anuló el proceso nacional para la compra de medicamentos e insumos médicos 2025–2026, liderado por Birmex.

“El plan original contemplaba un presupuesto de más de 100 mil millones de pesos anuales para abastecer a 26 instituciones, incluyendo el IMSS. Sin embargo, se detectaron graves irregularidades en las bases, juntas de aclaración defectuosas y errores en la evaluación técnica. Como resultado, se cancelaron 1,487 claves, 1,044 quedaron desiertas y 1,318 ni siquiera recibieron oferta alguna” (Cruz Martínez, 2025).

JLG ya resintió esta ruptura. El sacubitrilo/valsartán que usaba desapareció de su clínica. También escasean insulinas, analgésicos y medicamentos para enfermedades crónicas. Aunque las autoridades aseguran tener órdenes de compra que cubren solo 1.8 meses de abasto nacional, anunciaron que el proceso será reconvocado el próximo 21 de abril. Sin embargo, los tiempos logísticos implican un retraso mínimo de entre 3 y 6 meses más.

Mientras funcionarios prometen soluciones, JLG reorganiza sus gastos, reduce tratamientos y aplaza citas. Aún espera que el sistema que lo pensionó vuelva a cumplir su promesa.

El anuncio del IMSS: entre la promesa y la espera

Tras la cancelación de la licitación nacional de medicamentos, el IMSS emitió un comunicado oficial asegurando que el abasto estaba garantizado mediante órdenes de suministro ya activas. Sin embargo, también admitió que estos insumos cubren apenas entre 1.5 y 1.8 meses del consumo nacional promedio. Es decir, no hay una solución sostenida. La nueva licitación se lanzaría, según informaron, el 21 de abril de 2025. Pero incluso en el mejor escenario, pasarán entre 90 y 180 días antes de que los medicamentos lleguen a farmacias y hospitales.

Este tipo de comunicados genera confusión entre los derechohabientes. Muchos, como JLG, interpretan el mensaje como una solución inmediata. Pero en realidad, lo que hay es una ventana de desabasto extendida. Durante ese tiempo, miles de personas con padecimientos como hipertensión, diabetes o enfermedades reumatológicas seguirán sin acceso regular a sus tratamientos. La crisis de medicamentos en IMSS no se resuelve con comunicados: se resuelve con logística, transparencia y tiempo, justo lo que hoy falta.

JLG leyó el anuncio con esperanza, pero no con ingenuidad. Conoce los plazos, los trámites, los vacíos. Sabe que aunque se reactiven las compras, los laboratorios deben preparar producción, distribución y entrega. Mientras tanto, él seguirá comprando su medicamento por fuera, esperando que el próximo comunicado no sea otra promesa aplazada. Porque en su caso, como en el de miles, cada semana sin tratamiento es una deuda que el cuerpo cobra en silencio.

Medicamentos fuera del IMSS: el catálogo de la incertidumbre

La crisis de medicamentos en IMSS no se trata de una escasez genérica o pasajera. Tiene nombre, apellido y contrato. Y en esta crisis, los más afectados son quienes viven con enfermedades frecuentes, graves y crónicas, como JLG. El listado de medicamentos cuya adquisición fue cancelada o quedó en el limbo tras la licitación fallida es alarmante, sobre todo porque incluye tratamientos vitales para millones. 

Se comparte la imagen original y real de la notificacion del IMSS a los proveedores:

lista proveedores cancelados imss licitacion 2025-2026
lista proveedores cancelados imss licitacion 2025-2026

 

La siguiente lista solo es enunciativa, no es toda la lista completa. Para revisar la lista completa más adelante se da el link con la informacion completa

Enfermedades cardiovasculares e hipertensión: el corazón sin defensa

  • Sacubitrilo/Valsartán: indicado para insuficiencia cardíaca e hipertensión arterial resistente. Uno de los tratamientos más eficaces para evitar infartos. Producido por Novartis.
  • Isosorbida dinitrato (inyectable): controla crisis de angina y enfermedades circulatorias. Su falta compromete emergencias cardiovasculares. Fabricado por Abbott.

Diabetes: el enemigo invisible

  • Vildagliptina con Metformina: esencial para el control de la diabetes tipo 2. Su ausencia eleva el riesgo de daño renal, neuropatía y ceguera. También de Novartis.

Artritis, enfermedades autoinmunes y piel

  • Adalimumab, Upadacitinib y Risankizumab: utilizados para tratar artritis reumatoide, psoriasis severa, colitis ulcerosa y enfermedades intestinales inflamatorias. Su cancelación deja a miles en condiciones dolorosas e incapacitantes. Todos son de Abbvie.

Cáncer: cuando el tiempo sí importa

  • Sorafenib, Venetoclax, Pazopanib: dirigidos a cánceres avanzados de hígado, riñón y sangre. Al suspenderse, se pierde tiempo crítico para pacientes terminales. Producidos por Bayer, Abbvie y Novartis.

Oftalmología y sistema nervioso

  • Dexametasona (implante ocular) y Brimonidina-Timolol: para controlar glaucoma e inflamación ocular. Su retiro pone en riesgo la visión. Fabricados por Abbvie.
  • Toxina botulínica tipo A: controla espasmos musculares y dolor severo. Sin ella, el malestar físico se vuelve constante.

Trasplantes y enfermedades raras

  • Ciclosporina, Everolimus, Ruxolitinib, Ofalotumab: claves para evitar rechazos de órganos, tratar mielofibrosis y esclerosis múltiple. Su exclusión amenaza vidas estabilizadas tras años de tratamiento. Todos de Novartis.

En total, 16 medicamentos estratégicos quedaron sin contrato vigente. La promesa de una nueva licitación no borra los meses que estos tratamientos estarán fuera de alcance. Para JLG, y para millones como él, esta no es una lista técnica: es un catálogo de riesgo acumulado. Cada nombre aquí representa una función vital que hoy, el sistema, no puede garantizar.

La lista completa de insumos y medicamentos se puede consultar directo en la página web de

NOTIFICACIÓN DE ADJUDICACIONES

DE PROCESOS

DE CONTRATACIÓN CONSOLIDADA

¿Sobreprecio o pretexto? La narrativa legal detrás de la cancelación

En el comunicado oficial, las autoridades señalaron que la licitación nacional fue cancelada por la existencia de “presuntos sobreprecios”. Con esa justificación, el desabasto quedó en pausa, como si el problema fuera solo técnico. Pero ¿qué significa realmente “sobreprecio” en derecho administrativo mexicano? Y más aún: ¿es válida esta razón para detener todo el suministro nacional de medicamentos?

La respuesta está en la Ley de Adquisiciones, Arrendamientos y Servicios del Sector Público, reformada por última vez en 2021. Aunque el término “sobreprecio” no aparece literalmente, la ley establece que todas las compras públicas deben sustentarse en estudios comparativos de mercado, avalúos técnicos y análisis de conveniencia presupuestaria (arts. 12 Bis y 41). Es decir, no basta con decir que algo es caro, hay que probar que el precio excede de forma injustificada al promedio del mercado, considerando calidad, entrega, volumen y origen del producto.

Sin embargo, muchos funcionarios aprovechan la falta de conocimiento legal de la población para emitir mensajes cargados de falacias de autoridad: “lo dice la auditoría”, “lo confirmó la SFP”, “hubo irregularidades”, sin mostrar evidencia verificable. En el fondo, no hubo una declaratoria formal de nulidad por sobreprecio emitida por un órgano jurisdiccional. Solo se canceló el proceso con base en observaciones técnicas internas. Y mientras tanto, la crisis de medicamentos en IMSS se agrava.

Quienes conocen cómo funcionan los procesos de licitación coinciden en algo: el supuesto sobreprecio no era suficiente para frenar el suministro completo de más de mil medicamentos. Bastaba con reprogramar claves específicas, no cancelar todo. Lo demás fue una decisión administrativa con consecuencias sociales. JLG no puede esperar a que se debatan tecnicismos. Él, como millones, solo necesita que su tratamiento vuelva al estante.

 Comprarlo más barato… ¿dónde? La trampa del discurso internacional

Una de las frases más repetidas para justificar la cancelación de contratos fue que “en otros países se consigue más barato”. La idea parece lógica. ¿Por qué pagar más si se puede importar? Pero quienes conocen el funcionamiento del mercado farmacéutico global saben que esta lógica es engañosa. El precio no lo es todo, y los medicamentos no se compran como fruta en el mercado internacional.

Para comenzar, las leyes mexicanas permiten realizar licitaciones internacionales abiertas, pero exigen una investigación de mercado previa (artículo 41, fracción II, Ley de Adquisiciones). Esta investigación debe incluir avalúos y comparativas entre proveedores nacionales y extranjeros, y se permite un margen de hasta 15% a favor del proveedor nacional. Esto busca evitar que, por ahorrar a corto plazo, se comprometa la entrega, calidad o eficacia del producto.

Además, muchos medicamentos cancelados —como los biotecnológicos usados en cáncer, artritis o enfermedades cardiovasculares— no tienen sustitutos genéricos en todos los países. Su fabricación exige certificaciones, tecnologías, patentes vigentes y condiciones de cadena fría para el traslado. No cualquier país los produce, y no cualquier laboratorio puede distribuirlos sin retrasos.

JLG, al igual que muchos derechohabientes, no puede esperar a que llegue un cargamento de otro continente. Requiere continuidad, no promesas. Y si el medicamento no se fabrica localmente ni se puede importar con seguridad, el desabasto se vuelve estructural.

La crisis de medicamentos en IMSS no se resuelve con frases de buena voluntad. Requiere contratos bien hechos, entregas garantizadas y respeto a los tiempos clínicos de cada paciente. Lo demás es discurso. Y a veces, ese discurso cuesta vidas.

Enfermarse cuesta más que vivir

Con un ingreso mensual de $9,085.71 pesos, entre su pensión del IMSS y el apoyo del Bienestar, JLG enfrenta una matemática imposible. El dinero no alcanza. Y menos aun cuando su salud, lejos de estabilizarse, depende cada día más de medicamentos que el sistema público ya no garantiza.

En caso de que sus riñones fallen, una hemodiálisis mensual en el sector privado costaría alrededor de $42,000 pesos, cuatro veces más de lo que gana. Pero ni siquiera hay garantía de espacio en el IMSS. Aun con recetas vigentes, el acceso a tratamientos ya es una competencia entre derechohabientes. ¿Quién llega primero? ¿Quién aguanta más?

Mientras tanto, comprar medicamentos fuera del sistema representa destinar más del 30% de su ingreso mensual. Y eso es sin contar la renta, el gas, la luz, la comida, el transporte. En un hogar modesto, la crisis de medicamentos en IMSS se transforma en una guerra silenciosa entre el cuerpo, la billetera y el calendario.

La tragedia no está en enfermarse. Está en no poder tratarse. JLG ha tenido que dejar de comprar frutas frescas para pagar su antihipertensivo. Ha sustituido carne por sopa instantánea. Ha cancelado visitas médicas porque no puede pagarlas todas. Sobrevivir se volvió una estrategia de contención, no de vida digna.

Y como él, millones más. La vejez en México, si se vive con enfermedad, se vive con miedo. Con una pastilla menos al mes. Con la ansiedad de no saber si el medicamento aparecerá mañana… o nunca más.

 ¿Y ahora qué? Lo que tú puedes hacer

Después de conocer la historia de JLG, de recorrer la cadena de errores administrativos, decisiones opacas y consecuencias humanas de esta crisis de medicamentos en IMSS, la pregunta inevitable es: ¿qué sigue?

La respuesta no está en una sola institución. Está en lo que cada persona puede hacer —desde su espacio, su red, su voz— para convertirse en parte de la solución.

🧭 Infórmate, cuestiona y exige transparencia

Sigue de cerca la nueva licitación nacional, que según las autoridades se retomará el 21 de abril de 2025. Exige que las bases, los estudios de mercado y los criterios de evaluación sean claros y públicos. La salud no puede quedar a merced de tecnicismos, discrecionalidad o discursos sin sustento.

Consulta medios confiables, revisa los contratos, pregunta a profesionales del derecho y la salud. Porque cuando la ciudadanía está bien informada, el abuso se vuelve más difícil de justificar.

❤️ Cuida tu salud como si fuera lo único que tienes

Organiza tus recetas. No tires comprobantes clínicos. Acude de forma preventiva a consultas con nutrición, medicina interna y geriatría. Lo que no se atiende a tiempo, cuesta el triple después. Forma redes con otras personas adultas mayores. Hay grupos vecinales y digitales que avisan cuándo hay abasto, comparten descuentos y alertan sobre fallas.

En este momento, cuidar tu cuerpo es resistir con inteligencia.

📣Haz visible lo invisible: difunde, comparte, denuncia

La historia de JLG no es una excepción. Es un reflejo de miles. De madres, abuelos, vecinas, obreras jubiladas. De quienes cotizaron toda su vida y hoy enfrentan un sistema que titubea.

Comparte este texto, háblalo en familia, pregúntalo en tu clínica. No permitas que esta crisis de medicamentos en IMSS quede reducida a una cifra. Detrás de cada nombre comercial suspendido, hay una vida que podría apagarse sin necesidad.

🧠 La salud no espera, la dignidad tampoco

No hay reforma, proceso o institución que justifique dejar a una persona sin su tratamiento.

Hoy, el verdadero medicamento urgente es la conciencia. Porque una sociedad que normaliza el desabasto está anestesiada frente al dolor ajeno.

Y el dolor de JLG… también podría ser el tuyo mañana.

¿Por qué hay desabasto de medicamentos en el IMSS en 2025?

La escasez se debe a la cancelación de la licitación nacional, fallas en logística, y retrasos en el proceso de compra de insumos médicos.

¿Qué impacto tiene la crisis de medicamentos del IMSS en los adultos mayores?

Afecta gravemente su calidad de vida, aumentando riesgos en enfermedades crónicas como hipertensión y diabetes, al no contar con tratamiento oportuno.

¿Cómo afecta la cancelación de la licitación 2025–2026 al sistema de salud?

Dejó sin contrato a más de mil medicamentos esenciales, lo que compromete el suministro nacional y genera incertidumbre para millones de pacientes.

¿Qué medicamentos esenciales quedaron fuera tras la licitación cancelada del IMSS?

Faltan tratamientos para enfermedades cardiovasculares, diabetes, cáncer, artritis, y padecimientos oculares, sin alternativas inmediatas dentro del sistema.

¿Cómo verificar si mi medicamento está afectado por la crisis del IMSS?

Puedes consultar el portal oficial de licitaciones IMSS y revisar si tu clave aparece entre las canceladas o declaradas desiertas.

¿Qué hacer si el IMSS no tiene mis medicamentos disponibles?

Consulta farmacias externas, organiza recetas con anticipación, revisa opciones genéricas y exige reposición a través de quejas formales en tu clínica.

¿Qué consecuencias legales tiene el desabasto en instituciones públicas como el IMSS?

Puede representar violaciones al derecho humano a la salud; algunos casos han sido llevados a instancias legales por omisión del deber público.

¿Cómo afecta el desabasto de insumos médicos a tratamientos como la hemodiálisis?

La escasez incrementa la saturación, reduce espacios disponibles y obliga a muchos pacientes a buscar alternativas privadas de alto costo.

¿Qué responsabilidad tienen las autoridades ante la falta de medicamentos en el IMSS?

Las instituciones deben garantizar transparencia, logística efectiva y ejecución del presupuesto de salud; la crisis actual evidencia fallos estructurales.

¿Cómo afecta el monto de pensión IMSS a los adultos mayores con enfermedades crónicas?

Una pensión baja limita el acceso a medicamentos fuera del IMSS, obligando a elegir entre salud o alimentación, especialmente en contextos de desabasto.

Scroll al inicio